domingo, abril 29

Siguen las encuestas

Hace cosa de un mes, la revista Semana, de Colombia, publicó una encuesta sobre las cien mejores novelas escritas en lengua castellana publicadas a partir de 1982. Obviamente, tiene todos los defectos de las encuestas anónimas y un par más (por ejemplo, que se afirme que encuestaron a 81 “expertos” y luego se desglose ese término en “escritores, editores, críticos literarios, entre otros”). De cualquier modo, nos parece interesante ver cuánto difiere la mirada argentina de la de los otros países hispanohablantes (en los que se genera más lectura, más discusión y más reflexión sobre la literatura latinoamericana posterior al boom).
Cabe decir que, de las 23 novelas argentinas que integran la lista, ninguna figura entre las primeras cinco y sólo una (Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez) se cuenta entre las primeras diez. Obviamente, si se hubiese hecho una encuesta de este tipo en Argentina, los resultados hubiesen sido muy diferentes no sólo por las ansias de mostrarnos inteligentes y muy leídos y por el conservadurismo que impera entre los “expertos” sino también por las distintas formas en que se editan y circulan los libros en Argentina y el resto de Hispanoamérica.
Por ejemplo, en muchos países, la obra de Saer que más fácil se consigue es El entenado. Aquí, seguramente, nadie hubiese votado la novela El traductor, de Salvador Benesdra (editada por Ediciones de la Flor). Otra cosa que queda en claro es que en otros países se da un interés por autores que en Argentina son casi desconocidos (el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa y esa bestia colombiana llamada Héctor Abad Faciolince, por ejemplo). Cabe resaltar que, entre los argentinos con más libros en la lista (tres) se cuentan Juan José Saer y César Aira.
Obviamente, podría decirse mucho más, pero ¿para qué? Que sigan hablando los expertos.